Lila Downs: un río sin cautela



Lila Downs (1967) acepta que tiene algo de Sandunga: es coqueta y no sabe esconder el río de sensualidad que la compone. Asume que en nuestra cultura "no está muy bien visto" que la mujer demuestre sin cautela sus pasiones así que se reprime a veces, pero mejor utiliza su voz como canal para satisfacer sus impulsos y deseos.

Ese es su don: los sonidos que le salen de la garganta. Sonidos que son jazz, gospel, canto popular indígena, rancheras, hip-hop y cumbias.Ya a los ocho años cantaba en las fiestas familiares y todos la miraban con asombro; sin embargo, para ella resultaba algo tan natural que le pasó inadvertido. Tenía los ánimos puestos en la agronomía para ayudar a resolver la erosión en su tierra mixteca, hasta que un anciano de Tlaxiaco, Oaxaca, le recomendó que aprovechara "el don" que Dios le había dado.

De madre indígena mixteca y padre estadunidense, Lila es un nítido ejemplo de la confluencia de culturas y de varias concepciones de la vida y del mundo. Creció en Tlaxiaco y en Minneapolis. Estudió ópera y antropología social en ambos lados de la frontera. Pero en contra de lo que podría considerarse un enriquecimiento por beber de dos ríos tan disímbolos, Downs sufrió "rechazos horribles" de su ser indígena por un lado y de su naturaleza gringa, por otro.

"He crecido a mitades, en territorio y en lengua. Soy más india y a veces en Estados Unidos no sabía dónde situarme. Si bien no sufrí de manera drástica el racismo, pues siempre tuve el privilegio de ir de un lado y de otro sin problemas, sentía más rechazo por parte de la migra mexicana que resultaba más discriminatoria con mi madre. Hubo en mí mucha rebeldía, sobre todo cuando mi padre murió y me avergoncé de la raíz materna."

Su padre no era el gringo típico a favor del American Way of Life. Al contrario: era comunista, un biólogo amante de los patos y adorador de la pintura en acuarela. Fue quien le enseñó a la cantante "a buscar la verdad dentro de mi corazón". Su madre, en tanto, es también pintora y decora los huipiles que Lila usa en la vida diaria y en sus presentaciones artísticas. Vive en la ciudad de Oaxaca y siempre ha tenido la misma fortaleza que le sirvió para llegar al df sin hablar español y luego vivir con un extranjero en tierra completamente ajena.

Cuando surgió el rechazo por sus orígenes mixtecos, Downs tocó fondo. Y lo hizo tanto en México como en Estados Unidos. No quería hacer nada, abandonó la escuela, se topó de frente con las drogas, vivió en la calle y roló por largo tiempo "hasta volverme un vegetal". No encontraba los puentes entre el mundo sofisticado de la ópera que estudiaba en Los Ángeles y en Oaxaca, con el universo cotidiano de su realidad oaxaqueña, personificada por aquellos paisanos que llegaban desde Texas hasta Oaxaca con sus van a la refaccionaria que Lila atendía.

Había hecho una tesis sobre el textil indígena de los triquis y se sintió un poco más cerca de la cosmovisión indígena, pero al terminar la universidad dejó de cantar, engordó y se alejó del arte. Un ceramista le ayudó a involucrarse con las comunidades pobres de Huajaupan de León, Oaxaca, hasta que Downs reinició su canto en fiestas pueblerinas de la mixteca baja, volvió a escribir poesía y relató sus sueños acompañada por música.

De alguna manera la música la había salvado. Pero no alcanzaba todavía a construir los puentes que requería. Entonces conoció a Paul, su actual compañero, y junto con él se alió al jazz. Hicieron temporadas en Oaxaca, comenzó a jazzear en Filadelfia con estudios y algo de disciplina, por lo que este género le permitió generar aquel puente y a darse cuenta de que la voz no es sólo un medio para interpretar canciones sino para nombrar al mundo "y hacer lo que se me pegue la gana".

Eso ha hecho, para molestia de los ortodoxos. Entre el español, el mixteco y el inglés; entre el jazz, el blues, el gospel, la canción ranchera y la cumbia, Downs brinca y se deslinda de los géneros, ritmos y contenidos de sus canciones. Ella misma compone: son poemas basados en la historia oral de los mixtecos y en los testimonios de la vida en la frontera, la lucha de los migrantes y el racismo imparable. En la canción "Smoke", por ejemplo, relata en inglés algo de lo acontecido en la masacre de Acteal, Chiapas, y todo se reúne en los discos La Sandunga; Yutu Tata, Árbol de la vida y en La Línea / Border.

Ahora le espera un calendario apretado de presentaciones. Irá de Ciudad Juárez a San Sebastián, de Londres a Francia, de Bélgica a Estados Unidos. Se encuentra en el proceso de grabar música para bailar y en Francia camina ya un proyecto con emigrantes árabes y del Norte de África en tierra gala.

Fiel a su naturaleza heterodoxa, escucha y admira a Virginia Rodríguez y a Lola Beltrán; a Billy Holiday y a Lucha Reyes, a Celine Dion y a Mustafa Ali-Khan.

Como aquél, ama la improvisación y ejerce los múltiples registros de la voz, ese puente que Lila Downs construye a diario para llevar a buen destino sus impulsos y pasiones.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La historia detrás de "Cariñito".