Nota en Clarín: "Lila Downs en el Teatro Colón: la cantante mexicana brilló y estuvo a la altura del imponente marco".

Acompañada por una sinfónica, la artista se lució en la apertura del Festival Únicos con un repertorio jalonado por grandes clásicos de Latinoamérica.







El marco del Teatro Colón genera una preparación especial. Primero para el artista, que debe fusionar su música con un acompañamiento sinfónico y sumar ensayos adicionales. Y también para el público, que sabe que va a disfrutar algo más que un show de uno de sus artistas preferidos, por lo que se viste con una prenda un tanto más formal que la habitual y hasta se comporta distinto -por lo menos en un principio- a como lo haría en otro escenario.

Esto sucedió con la cantante mexicana Lila Downs y su público en la primera fecha del Festival Únicos, encuentro que acerca a distintos intérpretes populares al Colón y en formato sinfónico. Al mismo tiempo que atrae por primera vez a mucha gente al imponente teatro porteño. Recinto del que tanto se habla y por ahí se suele ver día tras día, camino al trabajo o adonde sea, pero muy pocas veces se visita.

Esto bien se notó en la previa del concierto, el martes 12 de febrero en el primer turno de una velada mexicana -luego actuarían los Café Tacvba-, entre selfies y cabezas girando maravilladas en 360 grados para escrutar cada rincón del histórico edificio, comenzando por su gran foyer, sus imponentes columnas y escaleras, esas que conducen -pasando los tres niveles de palcos- hasta las ubicaciones de pie de la sala principal, que -a diferencia de la platea- estaban colmadas. Ya adentro la vista tiende a elevarse, para tomarse un tiempo y descifrar cada detalle de la cúpula.

En ese marco, resulta inevitable pensar que quien se presente en el escenario debe hacer méritos para estar a la altura. Y bien que lo consiguió Downs, merced a sus grandes armas: su reconocida potente voz, sus mixtura de raíces, su compromiso político, su colorido vestuario, su preocupación por la problemática de los pueblos originarios e inmigrantes y su repertorio, que abarca temas propios como clásicos mexicanos y latinoamericanos.

Mezcalito fue la canción que eligió para abrir el concierto. Esta vez no contó con su botella de mezcal sobre el escenario como suele ser habitual en sus presentaciones, quizás algo inhibida por el lugar. Luego, todo siguió a puro ritmo con Humito de Copal. "Es un honor para mí volver a la Argentina y cantar en este recinto sagrado", dijo Lila, quien año a año y visita a visita, va consolidando un número de seguidores cada vez más fiel.

El inicio fue acompañado por la orquesta liderada por el director Edgar Ferrer. Luego, la participación de la formación iba alternando con músicos locales de caracter "popular", para ciertos temas. Pero en todo momento los arreglos sinfónicos se anexaron de manera natural a la variedad de estilos (boleros, rancheras, corridos, cumbias...) que ella propone.

"Siento una hermandad muy grande con todos los migrantes. La migración es un tema que hoy vale la pena pensar. A ellos le dedico esta canción que será parte de mi próximo disco", dijo Lila, hija de un estadounidense de ascendencia escocesa y madre indígena mexicana, antes de comenzar con Clandestino, de Manu Chao. Y que terminó con gritos del público exigiendo "aborto Legal".

En las dos horas de show pasaron Cucurrucucú Paloma, Zapata se queda, Viene la muerte echando rasero y Son de difuntos, esas canciones que a puro ritmo le cantan a la muerte, algo bien típico mexicano. En el medio se permitió un homenaje a Mercedes Sosa con Gracias a la vida.

"Sé que es de Violeta Parra, pero yo la escuché en la voz de Mercedes. Una voz que me marcó y me hizo volver a la música en un momento en el que yo estaba alejada", contó, previo a realizar una interpretación -muy bien acompañada por la orquesta- que hizo poner la piel de gallina a más de uno. Algo que volvió a ocurrir luego con La Llorona, ese clásico que popularizó Chavela Vargas y que es infaltable -alternando versos- en el repertorio de numerosas artistas mexicanas (las interpretaciones de Aída Cuevas y Natalia Lafourcade, y la de la joven Ángela Aguilar en los últimos Latin Grammy así lo demuestran).

Paloma Negra y La Cumbia del Mole marcaron el cierre a puro ritmo, aplausos y agradecimientos para todos aquellos "de gran corazón" que hicieron posible este gran encuentro "entre dos mundos".

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